Experimento Social

Imagen 1: Imagen de Sao Paulo y la vida en cuarentena. Fuente New York Times.

Imagen 1: Imagen de Sao Paulo y la vida en cuarentena. Fuente New York Times.

¿Qué ocurriría si un experimento obligara a un cuarto de la población mundial a permanecer en sus casas, se restringiera el uso de los espacios públicos, cerramos las industrias, oficinas, parques y plazas de nuestras ciudades, indicamos a los humanos a evitar contacto, y nos cubrimos los rostros con máscaras mientras buscamos hacer una vida normal? La respuesta sería que esta es una receta perfecta para el caos.

El lector sabe que la realidad superó la ficción. Estamos viviendo el experimento social más descabellado que jamás nunca habríamos imaginado, y los conejillos de indias somos nosotros mismos.

En este experimento, nos hemos visto privados del contacto cara a cara entre personas queridas, familiares, amigos, compañeros, colegas, y de prácticamente la gran mayoría de los sujetos que construyen nuestra vida social, impactando de una forma insospechada en la economía, el medio ambiente, la política, los procesos sociales y los estados emocionales de las personas, entre otros. En este experimento a escala global, hemos visto también el impacto directo en nuestras ciudades, reflejadas en acciones diametralmente distintas en el manejo de la crisis. 

Las distintas prácticas que han emergido para “mitigar” y “adaptar” las ciudades frente a la emergencia sanitaria, han generado múltiples críticas, pero también han abierto preguntas sobre el rol de las instituciones públicas y El Estado, la necesidad de sostener los hábitos de consumo actual y la capacidad de las personas de actuar colectivamente, resistir y enfrentar escenarios de incertidumbre como las que genera la pandemia Covid-19, y que sin duda no será la única que debamos enfrentar como ciudadanos del siglo XXI.

La receta anti perfecta

Para nadie es novedad que las respuestas de los países para frenar el número de contagios han sido disímiles, sobre todo entre oriente y occidente, y hasta hoy, así como no existe una vacuna contra el Covid-19, tampoco hay una bala de plata para decir a ciencia cierta cual es la estrategia infalible para detener la pandemia sin afectar de forma significativa las libertades de las personas en las ciudades.

Entendiendo que la estrategia de control totalitaria de China no es aplicable en gran parte del mundo, y en contextos donde la restricción de la libertad de las personas entra difícilmente en discusión, lo cierto es que solo el tiempo nos dirá cuál ha sido la estrategia correcta.

En el intertanto, nos queda probar soluciones con el riesgo latente de equivocarnos duro, o bien, adoptar soluciones colectivas de una forma solidaria, dinámica y ágil, que permitan ir reduciendo no solo los riesgos de contagios, sino también nos permitan arrojar luz sobre el valor de aquellos cambios de hábitos que hemos tenido que adoptar forzosamente - como reducir nuestros niveles de consumo, restringir la cantidad de viajes innecesarios con sus respectivas emisiones, o ser conscientes de la importancia de cuidar la salud mental tanto como las otras dimensiones del bienestar humano -, cambios que de perdurar, podrían mejorar la calidad de vida de millones de personas.

Imagen 2: Nueva York antes y durante la adopción de medidas estrictas para enfrentar la pandemia. Fuente en Reddit.

Imagen 2: Nueva York antes y durante la adopción de medidas estrictas para enfrentar la pandemia. Fuente en Reddit.

¿Privar al público, o de lo Privado a lo Público?

En este experimento existen múltiples hipótesis; Por un lado, al público (las personas) se le ha privado de su libertad de circulación, con el supuesto de evitar el aumento de contagios. Por otro lado, en este experimento se ha abierto el debate de cuánta fuerza debemos pasar del sector privado al sector público. Al final del día, son los Estados los que están rescatando a las empresas y no hay comida gratis en este juego. En esa línea, Estados Unidos es hoy el país con más casos de contagios por Covid19 en el mundo, con Nueva York como el epicentro de la enfermedad desplazando a ciudades Italianas, Españolas, y Chinas. La estrategia Estadounidense, fuertemente criticada -quizá precisamente por la falta de ésta- , hoy ofrece un paquete de medidas económicas de 2.2 trillones de dólares (millones de millones de dólares) nunca antes vistas.

Una crítica informada acerca de la significativa diferencia entre los recursos que reciben los gobiernos locales, la red de asistencia básica y la salud pública, versus la cantidad de recursos que se destinan para mitigar el impacto de Covid-19 en los individuos, las grandes corporaciones y pequeños negocios, daría para extenso. Por lo pronto, esta visualización de la distribución de recursos puede ayudar a informar el debate y sacar sus propias conclusiones.

Imagen 3. Personas cenando en un restaurante en Estocolmo, Suecia, el 27 de marzo, durante el brote de la pandemia Covid19. Fuente imagen. Jonathan Nackstrand, via CNBC.

Imagen 3. Personas cenando en un restaurante en Estocolmo, Suecia, el 27 de marzo, durante el brote de la pandemia Covid19. Fuente imagen. Jonathan Nackstrand, via CNBC.

Por otro lado, en el norte de Europa, un caso fuera de lo común en cómo enfrentar la crisis sanitaria ha sido Suecia, donde las restricciones de las libertades de las personas han sido mínimas, apelando a la responsabilidad y la conciencia de las personas para mantener la distancia social. En Suecia, con más de 5 mil 800 contagiados y 373 fallecidos, el Primer Ministro Stefan Löfven se defiende de las críticas declarando que en su país “se están tomando las acciones adecuadas en el momento adecuado” y “basadas en la ciencia”. Interesante modelo, pero con la salvedad que a diferencia de muchos países,

…Suecia goza de uno de los niveles de confianza interpersonal y confianza en las autoridades más altas del mundo. En otras palabras, “lo que el Primer Ministro dijo, es porque tiene razón, y debemos seguir sus responsables instrucciones”, pensará el común de los suecos.

Caso distinto es el de muchos países donde los niveles de confianza en las autoridades están por el suelo y donde 3 de cada 4 personas se sienten descontentas con las democracias, como lo es el caso de Latinoamérica. En nuestra región la situación ya ha puesto en jaque la capacidad de los sistemas de salud pública de ciudades como Guayaquil, Ecuador, y de forma indistinta, los países han tomado medidas más restrictivas, no libre de críticas, desde cuarentenas totales pasando por cuarentenas progresivas, impuestas por Gobiernos que gozan de una cada vez más escasa popularidad.

En el caso de Chile, donde en plena cuarentena el Presidente se fotografía en lo que fue el epicentro de las protestas sociales, previo al brote de Coronavirus -provocando la indignación de muchos que hoy deben guardar refugio en sus casas-, el Gobierno anunció recientemente un plan económico de más de 11 mil millones de dólares para enfrentar los impactos de la pandemia, equivalente a 4.7 por ciento del PIB nacional. Cuánto de este paquete es para mitigar los impactos en la economía, y cuánto es para adaptarnos o prepararnos a eventos similares, abre espacios para un nuevo debate también.

Sería oportuno pensar, no solo para Chile sino para todos los países, qué porcentaje de nuestro PIB debemos invertir para transformar nuestras ciudades y nuestras instituciones, tanto públicas como privadas, en laboratorios capaces de responder a estos desafíos con acciones experimentales, que nos permitan reaccionar de forma oportuna, no necesariamente con certezas absolutas, sino ir probando soluciones ágiles para el presente y el futuro.

En otras palabras, cómo nos hacemos menos frágiles ante eventos como este, y logramos desde el desorden y el caos apalancar fuerzas para salir adelante.  

La respuesta antifrágil

De acuerdo con el ensayista e investigador Libanés Nassim Nicholas Taleb (2019) todo sistema complejo, como el humano o el natural, tiene la propiedad de ser un sistema “antifrágil”, esto es, que puede lidiar con la incertidumbre, la volatilidad, el desorden y el estrés generando cambios beneficiosos para el propio sistema. En este sentido, los shocks movilizan a la acción a pesar de la incertidumbre, gatillando procesos de reflexión y descubrimiento que van en la dirección de mejorar el sistema.

Respuestas como por ejemplo, mantener los sistemas de transporte operativos para asegurar el desplazamiento de trabajos esenciales y la cadena de abastecimiento, mantener a los trabajadores de la primera línea sanitaria seguros y promover el teletrabajo, responder de forma inmediata a la entrega y retiro de bienes, o descomprimir lugares de alta convocatoria pública promoviendo la distancia social, son preguntas que todos los países están hoy día tratando de resolver, con mayor o menor éxito. En esa línea, una interesante y completa guía global de medidas en los más diversos ámbitos es la que puso a disposición la agencia NACTO, posible de revisar acá

En este experimento social que estamos viviendo, es momento de observar, solidarizar, aprender y accionar. Hemos visto con preocupación cómo en cuestión de horas, miles de personas han debido evacuar en las últimas semanas megalópolis como Delhi en la India por la amenaza de falta de alimentos, buscando refugio en las zonas rurales, o como miles de personas en Latinoamérica no cuentan con servicios básicos como agua o refugio quedando expuestos a la pandemia. Por otro lado, han surgido medidas de corto plazo durante cuarentena, como nuevas formas de promover la vida en comunidad como las que se han visto en los balcones y terrazas de ciudades Italianas, Españolas - y Chilenas, como #ElGranBalcón que impulsamos desde Ciudad Emergente, hasta grandes ideas sobre cómo descomprimir las grandes áreas urbanas y generar un desarrollo territorial balanceado entre urbanización, áreas naturales y los paisajes productivos. Para más ideas en esta línea, les invito a revisar esta carta abierta a los planificadores de ciudades con 10 implicancias del Covid19 para las ciudades escrito por Mariela Alfonso.

Algunas de estas lecciones tienen que ver con re posicionar antiguas e infalibles recetas cómo diseñar barrios de 15 minutos, esto es, donde todos los servicios básicos puedan ser adquiridos a una distancia caminable, o consolidar de forma táctica la infraestructura para los modos de transporte que no contaminan como la bicicleta -y que nos permiten mantenernos activos físicamente evitando el colapso emocional-,

… o innovar en soluciones de viviendas de emergencias para personas que no tienen techo y donde el deber de cumplir la cuarentena se transforma en un desafío de proporciones. Con todo, se hace más relevante que nunca darle la importancia que merece el rol del Estado y el actuar colectivo para salir airosos de esta.

Imagen 5: An Ideal Home. Ilustración de Heath Robinson, 1933

Imagen 5: An Ideal Home. Ilustración de Heath Robinson, 1933

El Covid-19 pasará, pero es importante recordar que se pronostican nuevos experimentos de este tipo, ya sea por la desigualdad social, los impactos del cambio climático, o la pérdida de confianza en las democracias, entre otros. Así como esta pandemia había sido claramente advertida por la ciencia, es momento de abrir los ojos frente a las otras advertencias que la misma ciencia nos ha puesto desde hace décadas con el cambio climático, o las ciencias políticas nos han advertido sobre la rampante inequidad con que diseñamos nuestras ciudades. Como nos invita a pensar Taleb, si nos preparamos conscientemente, nuestra respuesta frente a la incertidumbre será salir jugando.

Pensemos cómo este experimento social nos está llevando a adaptar nuestras casas, nuestros barrios, nuestros espacios públicos, fuentes de trabajo, y relaciones humanas, entre otros. Estos cambios nos deberían servir de lección para estar más preparados para enfrentar las incertidumbre que se nos presentan como ciudadanos del siglo XXI.


Por Javier Vergara Petrescu.
Co-fundador y Director Ejecutivo de Ciudad Emergente
@vergaraptrescu