Columna: Lecciones del "Carmaggedon" que nunca fue...

A propósito de la construcción de la Autopista Vespucio Oriente y la discusión en torno a su efectividad existe la problemática respecto a si una infraestructura de tal magnitud finalmente puede solucionar la congestión en una ciudad. Claramente cuando las gestiones apuntan a fomentar el uso del auto parece ser que el problema sólo aumenta. Por eso es bueno dar una mirada a ejemplos que se han vivido en otros países como en Estados Unidos, más específicamente en la ciudad de Seattle donde por tres semanas se cerró una autopista mientras se construía un túnel. 90 mil vehículos no tendrían donde moverse ¿Qué ocurrió finalmente? De eso nos comenta José Manuel Guzmán, Coordinador de Urbanismo Táctico de Ciudad Emergente en la siguiente columna. 

¿Carma-qué?

Cada día millones de chilenos pasan horas atorados en el tráfico en camino a trabajar o estudiar, teniendo impactos negativos en su calidad de vida, tiempo de ocio y niveles de estrés, por mencionar algunos efectos. Es tan grave este problema, que de acuerdo a la consultora holandesa TomTom, para el año 2018 Santiago es la sexta ciudad más congestionada de Latinoamérica y la número 28 del mundo (https://www.tomtom.com/en_gb/traffic-index/ranking)

Esta gran preocupación acerca de cómo logramos reducir la congestión y mantenemos los autos en movimiento esconde un miedo increíble a nuestra incapacidad de evitar el Carmaggedon, una palabra que pudiera traducirse como el “apocalipsis vehicular”, en donde la ciudad se paraliza por completo debido a un tráfico inimaginable. Peor aún, este apocalipsis resulta siendo el principal argumento de quienes desaprueban soluciones como las ciclovías, las vías exclusivas para autobuses o cualquier otra medida que busque dar nuevos espacios a otros modos de transporte. De cierta manera, el Carmaggedon es una profecía autocumplida: mientras nos preguntamos cómo hacemos para mejorar el flujo vehicular, eliminamos cualquier solución que pueda sacarnos del automóvil. 

Aunque pudiera sonar contradictorio, ya existen muchos casos donde tales miedos nunca se volvieron realidad. Más allá de hablar de conceptos como la demanda inducida, me gustaría cambiar la conversación hacia otros aprendizajes que son clave para poder atender esta situación.

Autopista G4 Pekín-Hong Kong-Macao. Fuente: Reuters. 2015.

Autopista G4 Pekín-Hong Kong-Macao. Fuente: Reuters. 2015.


Seattle: el viaducto desaparece y los autos… también!

Tráfico ligero en el primer dia luego del cierre del viaducto en Seattle. Fuente: Genna Martin/Seattlepi. 2018.

Tráfico ligero en el primer dia luego del cierre del viaducto en Seattle. Fuente: Genna Martin/Seattlepi. 2018.

Así como muchas ciudades de Estados Unidos, la ciudad de Seattle se caracteriza por tener un gran viaducto que atraviesa la ciudad siguiendo su borde costero. Dicho viaducto, llamado Alaskan Way o “La Vía de Alaska”, sufrió fuertes daños luego del terremoto Nisqually del 2001 obligando a la ciudad a generar un plan para su sustitución. Como parte del plan, y tomando en cuenta que el viaducto es parte del sistema federal de autopistas, se decidió construir un túnel para sustituirlo. Sin embargo, entre el cierre definitivo del viaducto y la inauguración del túnel había un periodo de dos a tres semanas en donde alrededor de 90 mil vehículos no tendrían por donde moverse. Se acercaba el carmaggedon [o viadoom como le llamaron los siatelitas].

En preparación a este evento de magnitudes [aparentemente] desproporcionadas, la ciudad de Seattle tomó medidas similares a un evento parecido ocurrido en 2011: campañas para reducir los viajes en auto, agregar capacidad extra al sistema de buses, fomento del trabajo a distancia, promoción de otros modos de transporte como la bicicleta y caminar, entre otros.

En la primera semana del viadoom, y a pesar de un pequeño aumento de las horas punta, se noto un gran cambio en el comportamiento de la ciudadanía, casi triplicando el uso del taxi acuático para ir a la ciudad y con alrededor de 20 mil personas usando los autobuses extras.

En la segunda semana del viadoom, las noticias fueron incluso mejores. Según datos de la oficina de la Alcaldesa de Seattle, se ha dado un cambio en las horas de viaje de la mañana para evitar la congestión, se ha notado un aumento del 20% del uso de bicicletas en partes de la ciudad comparado al año pasado, aumentó en un 240% el uso de los taxis acuáticos comparado con el año pasado y el número de pasajeros de buses adicionales superó las 30 mil personas.

Aunque se espera que próximamente se abra el túnel que va sustituir el viaducto, estos resultados son una gran muestra de que el carmaggedon se puede evitar, y que, nuevamente, nuestros peores miedos no se hicieron realidad.

Evitamos el Carmaggedon... ¿y ahora?

¿Qué podemos aprender de Seattle? En primer lugar, es correcto atribuir al trabajo de la ciudad el hecho de que se haya evitado un problema mayor. Las acciones que tomaron, hasta ahora, han probado ser claves para sortear este problema, y ¡ese es el punto!. Desde un principio fue posible prever los problemas que resultarían del cierre del viaducto y eso permitió generar acciones concretas para paliar sus impactos negativos. Lección 1: en movilidad, es posible prever en términos generales los impactos negativos o positivos de una decisión o fenómeno.

Otro factor clave, y que también ocurrió en otros casos, es que la alerta temprana ayudó a que la ciudadanía pudiera reaccionar a tiempo y adaptarse a las medidas que más le acomodaban. Lección 2: el tráfico no es un fenómeno estático.

Por último, tanto el viadoom del 2019 como el del 2016 demostraron que si la ciudad cuenta con suficiente infraestructura de tránsito los miedos infundados del carmaggedon nunca llegan a ocurrir. En el caso de Seattle, medidas tan simples como cambiarse a una bici o utilizar transporte público ayudaron a mitigar el impacto. Lección 3: se necesitan opciones creíbles para promover los cambios de hábitos de movilidad.

Estas tres lecciones clave son esenciales de incorporar en nuestro discurso si queremos tener ciudades que promuevan una movilidad activa. Invertir en medios alternativos al auto particular, que sean creíbles y que estén enmarcados en una política pública sería que indique a la ciudadanía que se aproximan cambios en el futuro son tres elementos clave de cualquier agenda que busque empujar un cambio en la manera como nos movemos. Si no, seguiremos intentando huir del carmaggedon atorados en el tráfico.

José Manuel Guzmán
Coordinador de Urbanismo Táctico Ciudad Emergente

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